Nº 92: «Memorias de Ronda» – LA SERRANÍA DE RONDA EN LA HISTORIA (II)

Programa Nº 92LA SERRANÍA DE RONDA EN LA HISTORIA (II)

En el episodio anterior, comenzamos a hablar de la Serranía de Ronda en la historia. Y nos referimos a LA ETAPA íbero-ROMANA, a la antigüedad tardía o época visigoda, y empezamos a hablar de la época musulmana. Seguimos con ella.

al final del siglo XV se estima que la cora de Takurunna, que equivale a una provincia del Reino de Granada, que comprendía la Serranía rondeña, constaba a su vez de cuatro distritos: Ronda, Gaucín, Casares y el Havaral, con un total de 3.202 casas- Ronda en esta época era una gran ciudad-provincia con una situación privilegiada de encrucijada entre África y el resto de la España musulmana, sirviendo de mediadora entre ambos y de dique de contención entre las fuerzas cristianas por un lado y las ayudas africanas a los musulmanes hispánicos por otro en momentos dificultosos. Ronda será la aspiración de los dos bandos en su paso por el dominio del Estrecho. De ahí lo complejo para llegar a su conquista por parte cristiana y la desesperada defensa por los musulmanes.

El 24 de mayo de 1485, el rey Fernando el Católico conquista Ronda para el Reino de Castilla. Debido a la importancia estratégica de nuestra ciudad, su conquista desencadenó posteriormente la de todo el Algarve malagueño. La ordenación de Ronda se llevó a cabo según la norma fijada dos siglos antes con el Fuero de Sevilla y Toledo, por lo que se lleva a cabo el Repartimiento de la ciudad, que inicialmente fue encargado a Juan de Torres, Juan de la Fuente y Mateo Luzón. Este primer reparto estuvo lleno de irregularidades y causó la protesta de los nuevos conquistadores a los Reyes, por lo que éstos ordenaron una investigación al respecto desde Sevilla, el 20 de marzo de 1490, y una reforma del Repartimiento más ajustada a la realidad. En esta ocasión se le encargó tal misión al bachiller Alonso Serrano. Se midieron entonces 11.608 hectáreas, de huertas, viñas y olivares, asimismo las dehesas próximas a la ciudad que quedaron para propios, y alrededor de 1.000 hectáreas de realengos. Se distribuyó el suelo urbano en collaciones o parroquias, que recibieron unas 500 hectáreas de tierras para su mantenimiento.

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